RAYITOS DE SOL
díscolos,
traviesos, sin hacer daño,
del frondoso
árbol, quedo y huraño,
buscando tierra
para descansar.
Unos cuantos,
enredados entre
hojas,
reposan aquí y
allá.
Otros, en pleno
movimiento de pétalos,
retozan,
tocándose, siendo muchos, a veces uno.
Rayitos que
iluminan y capturan sombras
en ramas
balancean su etérea faz
plenos, ahítos
y nerviosos,
basculan en los
quietos troncos,
sin descanso ni
pesar,
rumbo al suelo…
Juntos son uno
que acalora y ya nomás
pero en sus
juegos, con saltos y escondites,
pululan como
muchos
y más
divertidos son.
Su recreo en la
fronda no quema
y, tal vez,
curiosos e indiscretos,
visiten una
gruta en el ramaje
tropezando con
alguna hormiguita,
inquieta,
desprevenida y algo frágil…
Por otro lado,
corre, raudo, tembloroso,
hacia el
desprevenido lomo de un ave,
el rayito, perdido
en los brotes,
la monta y
escapa en ella hacia otra lejanía, extraviado.
Buscando
descanso,
algunos se
esconden bajo oscuras hojas,
marrones,
crujientes, a punto de caer,
y, tras ese
asomo, las confunden
entre rojos,
verdes y amarillos,
las cambian,
las llenan de vida…
Ya en la
cresta,
en inapelable
mediodía,
todos duermen,
son uno
y, al filtro de
las hojas,
caen como
gotas, como lluvia,
marcando puntos
definidos
que se
desfiguran sólo cuando hay viento.
Rayitos se
inclinan, luego del reposo,
mirando al
lugar donde nacieron
escapan,
lentos, algo furiosos y distraídos,
como resabio,
queman, fatigan,
marcharse no
quieren.
Pesarosos,
unidos ya,
incapaces son
de retozar en la enramada,
no juegan,
no bailan,
no cabalgan en
aves,
no irrumpen el
sueño de los insectos,
sólo quedos,
como el árbol.
En silencio,
como apagando
el cielo,
marchan a otros
horizontes,
juntos, tibios,
melancólicos y algo nostálgicos,
su tiempo ha
pasado,
ahora es lento,
afligido.
Ignífugos,
dejan al que, por un largo rato,
fue su mundo,
su aislado universo, su lúdica morada.
Ya no son
voraces
es más, ni
siquiera se ven en el firmamento
y dejan que sus
hermanos de otros hemisferios agiten todo.
Esos rayitos
volverán mañana,
agitarán sus
cuerpos sin forma
sobre el
señorío de aquella flora y sus vecinos.
Volverán a
quemar y seguirán siendo felices.